08/26/2002

SALUD-EEUU: INVESTIGACION CON CELULAS MADRE ES ELITISTA

por Katherine Stapp

NUEVA YORK, 26 ago (IPS) Las investigaciones mŽdicas sobre cŽlulas embrionarias que financia el gobierno de Estados Unidos podr’an ser œtiles s—lo para una elite pues las muestras carecen de diversidad genŽtica, advirtieron cient’ficos y activistas.

Los compromisos anunciados por el presidente George W. Bush hace un a–o permiten investigaciones financiadas por el gobierno s—lo sobre los cultivos existentes de cŽlulas madre obtenidos a partir de embriones ya descartados.

Las cŽlulas madre indiferenciadas se obtienen a partir de un embri—n o de la mŽdula vertebral de un ser humano adulto y pueden "especializarse" en el laboratorio para crear cualquier tejido humano y hasta —rganos completos.

La decisi—n de Bush excluy— miles de embriones no deseados que permanecen guardados en centros de fertilizaci—n y que son la principal fuente de cŽlulas embrionarias del mundo.

Sin embargo, Washington no proh’be la financiaci—n privada para investigar con ese material celular.

Cuando Bush llev— a cabo ese pronunciamiento, el 9 de agosto de 2001, s—lo 64 cultivos o l’neas de cŽlulas madre en todo el mundo calificaban para la financiaci—n federal.

Un a–o despuŽs esa cantidad asciende a 78, de acuerdo al registro de los Institutos Nacionales de Salud (NIH), pero cient’ficos y periodistas aseguran que apenas 10 o 20 l’neas celulares son realmente viables para la investigaci—n.

Las cŽlulas se encuentran en 14 laboratorios en Estados Unidos, Australia, Suecia, Corea del Sur, India e Israel. Cada l’nea procede de material genŽtico de dos personas, por tanto, la investigaci—n se restringe a un m‡ximo de 40 individuos.

Una muestra tan peque–a entra–a muchos problemas, segœn expertos.

A fines del a–o pasado, el periodista estadounidense Jon Entine y la catedr‡tica Sally Satel, del American Enterprise Institute, consultaron a 10 laboratorios que obtuvieron luz verde del gobierno para sus investigaciones.

Y descubrieron que de los 64 cultivos celulares inicialmente aprobados por Washington, 49 proced’an de embriones de parejas blancas y las restantes 15 de donantes de Asia oriental.

Aunque los humanos comparten la mayor parte de sus 40.000 genes, existen peque–as diferencias, debidas principalmente a la geograf’a. No es cuesti—n de "blanco" o "negro", dijeron Entine y Satel.

"Est‡ ampliamente documentado que las poblaciones de Africa, donde se origin— el ser humano moderno, son las de mayor diversidad genŽtica del mundo", sostuvieron en un art’culo publicado en el diario The Washington Post, titulado "La raza debe estar en el debate sobre cŽlulas madre".

"Una pol’tica sobre cŽlulas madre que no garantice un significativo porcentaje de cultivos de varias subpoblaciones africanas limitar‡ la diversidad biol—gica humana y la efectividad de las terapias farmacol—gicas en esas y otras poblaciones no adecuadamente representadas en las actuales l’neas celulares", afirma el art’culo.

Activistas afroestadounidenses tambiŽn est‡n preocupados por la escasa diversidad de esos cultivos.

"La decisi—n presidencial de restringir la investigaci—n de cŽlulas madre embrionarias es un lamentable paso atr‡s para la salud de las generaciones futuras y la eliminaci—n definitiva de las disparidades raciales en la salud", apunt— la presidenta del Proyecto Nacional de Salud de Mujeres Negras, Lorraine Cole.

La investigaci—n "tiene un enorme potencial para cambiar la tendencia de una variedad de enfermedades que afectan de modo desproporcionado a los afroestadounidenses, como la diabetes, los males de Alzheimer y de Parkinson, el c‡ncer, lesiones en la mŽdula y muchas otras", sostuvo Cole.

"Es muy cuestionable que la cantidad limitada de l’neas celulares disponibles para la investigaci—n refleje la diversidad genŽtica de esta naci—n, mucho menos del mundo", a–adi—.

El director de pol’ticas pœblicas de la Sociedad Estadounidense para la Biolog’a Celular, Kevin Wilson, se–al— que las inversiones de los laboratorios privados para desarrollar sus propias l’neas de cŽlulas embrionarias empalidecen ante los millones de d—lares otorgados por los NIH.

Y Žstos est‡n otorgando fondos s—lo por un pu–ado de cultivos.

"La pol’tica de los NIH es caminar mientras uno corre. No hay nada malo en ello. Pero desde el punto de la investigaci—n, necesitamos saber que existe un compromiso para ir m‡s all‡ de lo que conocemos", explic— Wilson.

"Una vez que se logre un descubrimiento importante, el pœblico presionar‡ para impulsar el trabajo cient’fico", agreg—.

La investigaci—n en este campo se convirti— en un asunto caliente en 1998, cuando un bi—logo de la Universidad de Wisconsin logr— aislar estas cŽlulas en laboratorio.

Las cŽlulas madre pueden obtenerse de una mŽdula espinal de un ser humano adulto o de embriones humanos con pocos d’as de existencia.

Los cient’ficos han descubierto c—mo especializar las cŽlulas embrionarias para crear cualquier tipo de tejijo humano, lo cual permitir’a utilizarlas para reparar —rganos da–ados por enfermedades o heridas.

El proceso requiere separar el nœcleo de una cŽlula madre y reemplazarlo con nœcleos de los tejidos que se desea reproducir, por ejemplo, nerviosos o card’acos.

Una vez que la cŽlula comienza a dividirse, las nuevas cŽlulas madre pueden extraerse una semana m‡s tarde. Te—ricamente, es posible mantener la divisi—n celular en forma indefinida, creando as’ una l’nea de cŽlulas madre.

Pero el uso de material embrionario, que implica la destrucci—n del embri—n, es objeto de una controversia Žtica y religiosa. Los opositores arguyen que el embri—n es ya un ser humano, y por tanto destruirlo para investigar es inmoral.

Se–alan en cambio como alternativa el uso de cŽlulas madre de inviduos adultos, aunque la mayor’a de los cient’ficos no est‡n de acuerdo en su potencial.

La ley estadounidense constituye una posici—n intermedia entre los que piden libertad absoluta para investigar con cŽlulas embrionarias y quienes reclaman su prohibici—n.

Otros sostienen que el dinero se deber’a destinar a reducir las desigualdades en la atenci—n b‡sica de salud.

"Este sector de la investigaci—n s—lo beneficia a una elite de la poblaci—n", opin— la profesora de epidemiolog’a Abby Lippman, de la Universidad McGill de Montreal.

"El grueso de la poblaci—n mundial carece aœn de servicios de salud b‡sicos. La pobreza y la violencia siguen siendo los problemas principales", y "las cŽlulas madre son s—lo una forma m‡s de hacer dinero para las compa–’as de biotecnolog’a", a–adi—.

Los conocimientos se encuentran aœn en pa–ales, as’ que incluso sus defensores son reacios a especular sobre los beneficios pœblicos.

"A largo plazo podremos descubrir que las cŽlulas embrionarias son buenas para algunas cosas, y las cŽlulas madre de adultos para otras. Aœn no lo sabemos", concluy— Kevin Wilson.

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